ESCALERA AL CIELO
Hay una dama que está segura
de que todo lo que reluce es oro,
y está comprando una escalera al cielo,
y cuando llegue allí
sabe si las tiendas están cerradas,
con una palabra puede conseguir
lo que vino a buscar.
Aunque las líneas de la primera estrofa de la conocida "Stairway to Heaven" (Escalera al cielo) de la canción del no menos conocido grupo de hard rock británico Led Zeppelin, compuesta por el guitarrista Jimmy Page y el cantante Robert Plant, incluida en su cuarto trabajo de estudio Led Zeppelin IV. (1971), pareciera que nos narrara la historia de una desaforada compradora consumista in extremis, que gracias a su poder de compra con un simple abracadabra, las tiendas del centro comercial se abren a su paso, en realidad no es así. Jimmy Page en recientes declaraciones hablando sobre el proceso de composición de esta canción, aclaró que Robert Plant lo que buscó fue metaforizar a una persona que está caminando dentro de un túnel oscuro y que a lo lejos como una luz, se ve la salida. La oscuridad significa el sentimiento vacío y la luz representa la vida, es la búsqueda de la esperanza; es el sentirse perdido y encontrar la vida. Eso significa la “Escalera al Cielo”.
Los antecedentes más próximos a la invención de la escalera mecánica se deben al estadounidense Jesse Reno en 1891, que más bien era una bicicleta inclinada. En la muestra pública de su invento, el jinete audaz se sentó a horcajadas, mientras que se esperaba que la dama más gentil montara "al lado". Este dispositivo, instalado por Reno como un viaje de placer en Coney Island en Brooklyn, tuvo una elevación vertical de siete pies, una inclinación de 25 grados y una velocidad de 75 pies por minuto.
Pero en 1896, el ingeniero de Chicago Charles Seeberger se le ocurrió una idea para una escalera mecánica en espiral que también usaba un cinturón móvil. Su diseño era novedoso, ya que tenía separaciones que montaban en ranuras en la hélice ascendente hasta el siguiente piso. Fue contratado por Otis, empresa líder en ascensores, como ingeniero de diseño. Las escaleras mecánicas podrían cohabitar con sus ascensores. The Yonkers, en Nueva York, invirtió fuertemente en su diseño y produjo el primer producto comercial en competencia directa con la compañía de Reno en 1899.
En poco tiempo, la nueva escalera mecánica de madera Otis, con la ayuda de Seeberger, ganó el primer premio en la Exposición de París en 1900. Seeberger finalmente vendió sus patentes a Otis en 1910 y al año siguiente, Reno siguió su ejemplo.
En la década de 1920, los ingenieros de Otis, dirigidos por David Lindquist, combinaron y mejoraron los diseños de escaleras mecánicas de Jesse Reno y Charles Seeberger, creando los escalones de la escalera mecánica moderna en uso hoy en día. A lo largo de los años, Otis dominó el negocio de las escaleras mecánicas pero perdió la marca registrada del producto.
Las primeras escaleras mecánicas en Caracas llegarían de la mano del empresario Gustavo Zingg para ser adaptadas a su edificio de oficinas inaugurado pocos años antes. Sería en 1940 cuando la Casa Zingg construye para su sede en Caracas, el Edificio Zingg, ubicado en un terreno con frente sobre la avenida Universidad entre las esquinas de Sociedad a Traposos, diseño del ingeniero Oskar Herz y levantado por la Oficina Técnica Blaschitz. Fue el primer edificio con estructura de acero calculado contra temblores en Caracas.
Luego de dos años de construcción en 1953, se concluye el Pasaje Comercial en el Edificio Zingg como vía pública peatonal diseñada por el arquitecto Arthur Kahn. Este pasaje, viene a anticipar los centros comerciales en la capital, atraviesa el Edificio Zingg, uniendo las avenidas Este 6 (entre las esquinas Camejo y Colón) y Este 4 (Av. Universidad), entre las esquinas Sociedad y Traposos, con un recorrido en dos tramos, que para vencer la diferencia de altura entre las calles, se recurrió a la utilización de una escalera mecánica, que como se mencionara, fue la primera colocada en Caracas. El Pasaje contenía 40 locales comerciales (librerías, papelerías, venta de plumas fuentes, cafeterías, barberías, perfumerías, agencias de viaje, tiendas de modas) y servicios complementarios, tales como: un correo, telégrafo, radio y teléfonos, un restaurante, sanitarios públicos (con elegantes y lujosos tocadores para damas) y la agencia bancaria de The Royal Bank of Canada.
Antes del Pasaje Zingg, la primera ágora caraqueña fue por excelencia la plaza Mayor, corazón nuclear de los inicios de la ciudad. En el primer plano de Caracas que se conoce y que reposa en el Archivo General de Indias, Sevilla, España, cuando era gobernador Juan de Pimentel (1578), es fácil localizar su ubicación. En tiempos del gobernador Felipe Ricardos (1755), quizás el primer urbanista con el cual contó la ciudad, se levantarían arcadas perimetrales, estéticamente sobrias pero que le otorgaban a la plaza su propio carácter. Solo la parte del lado sur no resistiría los embates del fatídico terremoto del jueves Santo de 1812, tanto así, que Camille Pissarro en su paso por estas tierras, las retrataría en uno de sus cuadros, y habían transcurrido casi medio siglo. Hacia 1862 bajo el gobierno de José Antonio Páez (1862) el mercado fue trasladado a la plaza San Jacinto. Las arcadas fueron demolidas en 1876; sus inscripciones fueron entregadas al profesor Adolfo Ernst, las cuales pueden ser observadas en el Museo de la Sociedad Bolivariana.
Antonio Guzmán Blanco en su empeño de afrancesar Caracas, como si el espíritu del Barón de Haussmann se le hubiera incorporado, barrió mucho de los testimonios coloniales de la ciudad para estampar hitos y nomenclaturas de París: Academias, Capitolio, bulevares, edificios y templos neoclásicos y neogóticos. La plaza Mayor que para esos días se llamaba Catedral, pasó a denominarse con el epónimo de El Libertador (aunque a decir verdad, la Diputación Provincial de Caracas en 1825 había decidido que la plaza San Jacinto llevara el nombre de plaza Bolívar). También es la oportunidad de ampliar el “centro comercial”, es decir, el mercado en la plaza San Jacinto pero de seguidas se levantan los incipientes shopping caraqueños: el Pasaje Ramella, entre las esquinas de Gradillas a San Jacinto (hoy demolido) y el Pasaje Linares (1891) en la avenida Universidad, entre Traposos a El Chorro. Entrados los primeros años del siglo XX, el Pasaje Capitolio (1930) entre las esquinas de Padre Sierra a Monjas, se incorpora a la gama de lugares de compra con diversas tiendas reunidas bajo un mismo techo, popularizándose por su conjunto de comercios, el cual permite poder recortar camino entre Padre Sierra y la esquina El Conde.
El Pasaje Zingg fue todo un acontecimiento para la Caracas que estaba despertando del sueño bucólico casi provincial, “la Caracas de los techos rojos” de Juan Antonio Pérez Bonalde. Se inaugura el 6 de mayo 1953. A pesar de los esfuerzos de Guzmán Blanco de modernizar la capital, aún el caraqueño se resistía para no extenderse de su circuito conocido, puesto que la mayoría de los comercios se centraban en el perímetro colonial de las 8 manzanas que bordean la plaza Bolívar. El Pasaje Zingg significó una referencia importante en el comportamiento del consumidor capitalino. Posteriormente, con la ampliación de la ciudad hacia el Este, se empezarían a levantar los centros comerciales en condiciones: el primero de ellos, el Centro Comercial Chacaíto.
Le debemos a la genialidad de Arthur Kahn, con su espíritu de resonancia decó, además del hermoso diseño del Pasaje Zingg, mucho de los iconos de la Caracas de los años 40 y 50. Kahn nació en Estambul, Turquía, en 1910. En 1915 su familia se trasladó a Viena, Austria. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de París, en el taller del maestro Georges Gromort, del que egresó en 1940. En 1942 llegó a Venezuela. Un año después participó en el equipo proyectista de la Ciudad Universitaria. En 1945 creó la empresa Arquidec. Entre sus obras destacan el Hotel Nacional (1945-47), ya demolido; el emblemático edificio Altamira (1946-47) que le sirve de antesala a la plaza Altamira, hoy plaza Francia (1945); el Pasaje Zingg (1951-53), la Unidad Piloto Experimental del IVNIC (1954-55), germen del actual IVIC, el edificio BECO-Blohm (1948), en la esquina de Puente Yánez, el edificio Aco en urbanización Las Mercedes (1970). Polifacético artista, tocó en la Orquesta de Josephine Baker, en la de Luis Alfonzo Larrain, en la que se presentó muchas veces bajo su nombre artístico: Peter Anders. Incansable hasta su deceso en 2011, promovía y dirigía el Instituto Internacional para la Formación Integral del Ser.
Seguro que Arthur Kahn, en otros planos de existencia, sigue tras la esperanza en una Escalera al Cielo.
Octavio Sisco Ricciardi
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